Written by Estado

Se perpetúa la crisis migratoria en la gélida frontera norte de México

Se esperaba el fin de la regulación que permite a EE.UU. la expulsión expedita de solicitantes de asilo. Pero la esperanza se desvaneció de un plumazo. No hay solución pasajera y mucho menos de fondo.

En Ciudad Juárez y El Paso, las dos ciudades hermanas en la frontera entre México y Estados-Unidos, los albergues para migrantes están a reventar. Los encargados ya no tienen espacio y se ven obligados a dejar a muchos solicitantes a la intemperie en pleno invierno, con temperaturas que descienden bajo cero.

«Es terrible ver en El Paso las terminales de buses y los centros comerciales abarrotados de migrantes buscando un lugar donde dormir, cuando ellos no están acostumbrados a estas temperaturas”, cuenta a DW Maria Inés Barrios de la O, doctora en estudios de migración para el Colegio de la Frontera Norte. Ella vive en Ciudad Juárez y se fue el fin de semana a El Paso, donde el alcalde declaró la emergencia ante el aumento de llegada de migrantes.

Esperanzas perdidas
Muchas de estas personas estaban a la expectativa de poder entregarse a las autoridades estadounidenses el miércoles 21 de diciembre para solicitar asilo político, ya que a partir de esa fecha, por decisión judicial, terminaría el controvertido artículo 42, una legislación sanitaria que impide apelar ante jueces migratorios la expulsión inmediata. Es una disposición de 1940 y fue invocada por el Gobierno de Donald Trump en 2020, al inicio de la pandemia, para poder expulsar o devolver a México a todos los migrantes ilegales por razones de higiene, sin siquiera concederles el derecho a pedir asilo. Miles de migrantes fueron expulsados bajo ese criterio, y muchos se quedaron varados en México. Barrios de la O esperaba que se pusiera fin «a una práctica que viola el derecho de las personas de solicitar asilo”. Esa esperanza se ha visto truncada, pues el lunes 19 de diciembre la Corte Suprema de EE.UU. suspendió el levantameinto del Título 42. Un golpe bajo, que sin embargo, tampoco cambia mucho la realidad.

Los expertos indican que ni siquiera la suspensión del Título 42 es una solución para un problema migratorio en la frontera mexico-estadounidense que se ha vuelto estructural.

«A partir del miércoles esperabamos una descongestión, pero sabíamos que de suspenderse vendrán más migrantes desde el Sur. Para los albergues la suspensión no significaría una baja en la demanda.” El incremento del número de migrantes agrava el problema en un momento en que el gobierno mexicano, en su lógica de austeridad, ha suspendido muchos apoyos a las organizaciones no gubernamentales y eclesiales que sustentan gran parte de la red de albergues y que ahora dependen casi completamente de donaciones.

Leticia Calderon Chelius, profesora e investigadora del Instituto Mora, explicó a DW que «habría sido un momento muy importante porque terminaría una política que fue una imposición unilateral de Trump y generó una relación aún más asimétrica”. Pero coincide en que no habría sido más que un alivio temporal «porque a medida que un número importante logre cruzar a Estados Unidos, eso va a animar a otros.”

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