Los palestinos de Gaza expresaron su alivio el lunes porque Israel había puesto fin a su ofensiva militar de dos años en el territorio y porque se habían intercambiado rehenes y prisioneros. Sin embargo, muchos sentían que había poco que celebrar.
Dos años de guerra dejaron el enclave en ruinas, sus ciudades reducidas a escombros, decenas de miles de muertos y el sistema de salud devastado. La desesperación y la desesperanza son omnipresentes, y muchos no ven un futuro.
“Es importante que los bombardeos se hayan detenido, pero no hay nada de que alegrarse”, dijo Saed Abu Aita, de 44 años, quien se encuentra desplazado en el centro de Gaza. “Mataron a mis dos hijas, destruyeron mi casa y mi salud se ha deteriorado”.
La campaña militar de Israel contra Hamás mató a más de 67.000 personas en Gaza, de acuerdo con funcionarios de salud locales. Sus cifras no especifican el número de combatientes, pero dicen que miles eran niños.
Algunos gazatíes dijeron que no consideran que la liberación de casi 2000 presos palestinos realizada el lunes —una de las razones declaradas por Hamás para iniciar la guerra— sea un logro que valga la pena, por su costo.
Hamás consiguió el intercambio canjeando a los rehenes que quedaban de los cerca de 250 secuestrados durante el ataque del 7 de octubre de 2023 contra el sur de Israel que desencadenó la guerra.

Abu Aita dijo que un fragmento de metralla penetró en su caja torácica cuando un ataque aéreo israelí alcanzó su ciudad natal, Jabaliya, en el norte de Gaza, en octubre de 2023, poco después del inicio de la guerra. En más de un año, señaló, no ha podido encontrar a un médico que pudiera extraerle el fragmento.
Dijo que esperaba que la devolución a Israel el lunes de los últimos 20 rehenes con vida —un elemento crucial del alto al fuego que entró en vigor la semana pasada— allanara el camino hacia el fin de la guerra.
“Necesitaban volver a casa hace mucho tiempo”, dijo. “Retenerlos en Gaza dio a Israel un pretexto para continuar sus bombardeos”.
Los gazatíes han pasado hambre, miedo y bombardeos. Con el alto al fuego ya en vigor, los grupos de ayuda dicen que están intentando aumentar la asistencia en la medida de lo posible para mitigar la catástrofe humanitaria y permitir que la gente reconstruya sus vidas destrozadas.
Muchos funcionarios de ayuda culparon a las restricciones israelíes de la escasez que provocó hambre y desnutrición en todo el enclave. Aunque Israel bloqueó todos los suministros que entraban en Gaza durante casi tres meses a principios de 2025, funcionarios israelíes han dicho recientemente que ya no limitaban la cantidad de ayuda que puede entrar en el territorio.
En virtud del acuerdo de alto al fuego, Israel se comprometió a permitir la entrada de una oleada de suministros desesperadamente necesarios en el enclave.
El domingo, la ONU dijo que estaba trabajando para aumentar su ayuda a Gaza, entre otras cosas mediante el suministro de gas de cocina por primera vez desde marzo. Muchos gazatíes han tenido que recurrir a hacer pan con leña, porque había poco gas o electricidad disponibles.
“Llevamos dos años soñando con este momento”, dijo Amani Nasir, de 30 años. “Ya estamos hartos de tiendas de campaña, fuego, desplazamientos y sed”.

En virtud del acuerdo, entrarán en Gaza al menos 600 camiones de suministros al día y se reabrirá el paso fronterizo de Rafah con Egipto.
Abdel Nasser al Ajrami, director del Sindicato de Panaderos de Gaza, que colabora con el Programa Mundial de Alimentos en la distribución de pan subsidiado, dijo que la situación humanitaria en Gaza había mejorado a un ritmo constante desde el anuncio del alto al fuego la semana pasada.
“Hoy es mejor que ayer, y mañana, con suerte, será mejor”, dijo, añadiendo que ya había 17 panaderías operando en el centro y el sur de Gaza.
Pero existe cierto escepticismo sobre si el alto al fuego se mantendrá.
El acuerdo alcanzado la semana pasada por mediadores estadounidenses, qataríes, turcos y egipcios no resolvió algunos de los puntos más conflictivos entre las partes enfrentadas y, por el momento, Hamás sigue armado y es la fuerza dominante en algunas partes de Gaza.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha dicho que su gobierno no aceptará poner fin a la guerra hasta que se desmantelen el gobierno y el ala militar de Hamás en Gaza.
Aunque Hamás ha expresado su disposición a ceder el gobierno civil de Gaza a otra entidad palestina, no se ha comprometido a dejar las armas.
Desde que Israel detuvo su ofensiva militar y se retiró de algunas zonas de Gaza en los últimos días, Hamás ha comenzado a reafirmar su presencia en las calles del territorio.
Testigos en Gaza dijeron que habían empezado a ver pequeños grupos de combatientes de la seguridad interna de Hamás montando guardia en algunos cruces.

El domingo por la noche, combatientes de Hamás se enfrentaron en la ciudad de Gaza con una banda rival de hombres armados e intentaron capturar a sus integrantes, según el Ministerio del Interior, dirigido por Hamás.
Durante una visita realizada a Israel el lunes para coincidir con la liberación de los rehenes, un periodista preguntó al presidente Donald Trump lo que pensaba sobre la posibilidad de que Hamás se reafirmara como fuerza policial y disparara contra sus rivales.
Respondió que esto se debía a que “sí quieren acabar con los problemas” y sugirió que Estados Unidos no se oponía, temporalmente.
“Han sido abiertos al respecto y les hemos dado nuestra aprobación durante un periodo de tiempo”, dijo Trump.
La ambiciosa visión de Trump para Gaza incluye la incorporación de una fuerza de seguridad de posguerra para estabilizar el enclave, así como la formación de una nueva fuerza policial palestina para mantener la ley y el orden. Sin embargo, eso será difícil si Hamás insiste en seguir desempeñando un papel dominante en el enclave.
Abdullah Shehab, de 32 años, dijo que le preocupaba que la tregua en los combates fuera solo temporal porque Hamás no había aceptado las condiciones de Israel para poner fin a la guerra.
En los últimos días, dijo Shehab, Hamás estaba intentando demostrar que “no ha renunciado a su dominio” en Gaza.
El domingo, dijo, unos hombres enmascarados y armados que creía que eran miembros de Hamás lo detuvieron mientras iba al dentista, e inspeccionaron su coche.
“La situación es muy frágil”, dijo. “No se ha convencido a la parte débil, Hamás, de que acepte las exigencias de la parte fuerte”.