Buscan combatir la acidez de la tierra generada por químicos y lograr un desarrollo natural de cultivos como maíz, frijol y avena
Cd. Guerrero.- En las comunidades de Tomóchi, Pachera, Basúchil, El Terrero, El Jagüey, Rancho Blanco y San Miguel de Ortiz, se capacitará a los productores para que aprendan a elaborar fertilizante orgánico, composta, que les genere ahorros en sus cultivos, y que a la par sane la tierra afectada por la acidez generada por exceso de químicos utilizados por muchos años.
Así lo informó Pablo Espinoza, director de Desarrollo Rural del Municipio de Guerrero, quien comentó que el proyecto lo dirige el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, el cual busca implementarse en los municipios de la zona noreste del estado de Chihuahua.
Así lo informó Pablo Espinoza, director de Desarrollo Rural del Municipio de Guerrero, quien comentó que el proyecto lo dirige el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, el cual busca implementarse en los municipios de la zona noreste del estado de Chihuahua.
De inicio se lleva a cabo el taller en Pachera y Tomochi.
El Ayuntamiento de Guerrero está apoyando con la adquisición del material biológico: la lombriz que ayuda a descomponer toda la materia orgánica para luego utilizarla como abono natural para los cultivos.
“La composta se elabora a partir de todo lo que es orgánico: las hojas, ramas, los esquilmos que quedan después de la cosecha y todo lo que es el desperdicio de la casa en alimentos, sobre todo de verduras. Pueden ser utilizados para la producción de los microorganismos”, dijo.
Espinoza explicó que los fertilizantes químicos y los agroquímicos que se utilizan en la agricultura, matan la fauna microbiana que hay en el suelo, empobreciéndolo. Esto genera ausencia de bacterias, lo que inhibe la producción de nutrientes en las plantas para que puedan vivir. Dicha situación obliga nuevamente al uso de químicos, cayendo en un ciclo interminable. Además una consecuencia es el bajo rendimiento en las cosechas.
“En Guerrero el proyecto es micro. Fundamentalmente, con esta escuelita, se está demostrando que se pueden producir fertilizantes orgánicos en una escala menor. Si esta práctica se hace macro, si se potencializa, puede ser una solución de largo plazo para muchas de nuestras tierras que tienen un alto índice de productos químicos”, dijo.
Por lo anterior, no se tiene dimensionado a cuántos productores o cuántas hectáreas se podría alcanzar como beneficio.
En este municipio los cultivos básicos son maíz, frijol y avena.
El objetivo fundamental es fortalecer el suelo y poco a poco dejar de utilizar los fertilizantes tradicionales, implementando la nueva cultura de que todo lo que es desecho orgánico puede transformarse en un beneficio para el suelo.